viernes, diciembre 30, 2005

LA PEQUEÑA LAGUNA DEL CERRO BELLAVISTA

Nota de la Editorial: Don Manuel Palma, mi padre, escribió relatos sobre detalles desconocidos de Penco. En esta narración él se refiere a cómo los niños de la primera mitad del siglo XX disfrutaban de las alegrías del verano en los cerros de mi ciudad.
Nelson Palma.


LA LEYENDA DE LA LAGUNA DE LA COÑA

Por Manuel Antonio Palma Ruiz

En el comienzo de la calle Bellavista y nacimiento de la calle Freire, en lo alto y que en esos tiempos pertenecía al fundo Playa Negra, lugar donde se cree que el conquistador don Pedro de Valdivia fundó su primer fuerte y la Concepción del Nuevo Extremo, existía un gran pozón de aguas límpidas y cristalinas. Este ojo de agua de hermosa redondez tendría un ancho de unos 20 metros y sus riberas cubiertas de pasto trébol, que en el tiempo de primavera invitaba al baño y con razón más fundada en el tiempo de los grandes calores estivales.

En la quebrada que baja hacia el mar, estaba cubierto de mebrillales y otros árboles que con su sombra convertían para nosotros, los muchachos de ese entonces, en un verdadero paraíso y por lo tanto era nuestro balneario, el que lo considerábamos de nuestra propiedad.

En esta laguna realizábamos grandes eventos náuticos, como carreras a nado y enseñanza a nadar a los grupos de menores. Varias veces combatíamos a piedra limpia con los muchachos de Playa Negra, los que sin nuestra autorización se atrevían a ocupar nuestro lugar de esparcimiento y se producían roturas de cabeza en las contiendas. Muchas acusaciones llegaban a la Escuela por estos intercambios de pedradas, pero nunca se identificaba al personal beligerante, por miedo a las consecuencias que esto produciría.

Para concurrir a este balneario no era necesario llevar traje de baño y se practicaba el nudismo total entre los niños para disfrutar mejor del aire refrescante.

Casi todos estábamos en la edad de 8 a 12 años y como el territorio de que hablo distaba del centro poblado, no era problema con ese traje estar tirado sobre tan fragante pradera.

A este ojo de agua se le llamaba Laguna de la Coña, por lo que contaban nuestros abuelos.

En tiempos de la Colonia, como en las casas no había servicios de aguas conducidas (agua de llave ni alcantarillado) la gente de la población iba a lavar al río Penco o a la laguna, los que quedaban más cerca.

Se dice que una señora española que tenía una hijita de meses fue un día a lavar a este sitio y que cuando se encontraba atareada en su labor, la guagua se movió y cayó a las aguas y su madre en su desesperación se lanzó para rescatarla ahogándose con su hijita.

Como a los españoles en Chile se les dice “coños” esa era la razón del nombre de esta laguna, la que después del terremoto del año 1939 fue siendo llenada con basuras y hoy desaparecida, sólo quedan recuerdos de ella.

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