miércoles, noviembre 11, 2015

ESCRITORA DE PENCO NARRA UN TIERNO CUENTO SOBRE LA REFINERÍA DE AZÚCAR



Lorena Poblete Bustos intervino en el acto de la Sociedad de Historia de Penco en defensa del ex edificio administrativo de la Refinería. (Foto de Jaime Robles).

TERRÓN DE AZÚCAR
Por Lorena Poblete Bustos
                      El abuelito José caminaba de la mano con su nieto rumbo a la escuela.  Muy cerca del colegio el niño se detiene, mira hacia el frente y le dice:
                         “Mira abuelito que feo y viejo ese edificio”.
                         No me gusta. Ojalá se hubiera caído con el Terremoto.  En la ciudad sólo debieran haber edificios nuevos y de lindos colores.
                         El abuelo mira al niño y le responde:
                         Nietecito: Lo que a veces es feo ante los ojos, en la realidad no lo es.
                         ¿Cómo es eso abuelito?
                        Mira, yo te voy a contar la historia de ese viejo y feo edificio.
                   En unos grandes camiones llegaba hasta la fábrica azúcar en granitos de color amarillo. Tan amarillita como las trenzas de tu hermana. Cuando  los niños veian esos camiones corrian a recoger azúcar….¡era tan dulce¡…. Una vez que los camiones llegaban a la fábrica allí los trabajadores la  convertían en pancitos o terrones de color blanco, con los cuales  en ese tiempo se daba dulzor al café.
                  La Escuela donde tú estudias se hizo gracias a esa fábrica de azúcar. También la Iglesia que puedes ver desde aquí.
                       Había un gran estadio y los niños para la navidad corrian por el pasto para ver llegar al Viejito Pascuero, que venia en un helicóptero, cargado de regalos.
                       Pero los años han pasado  y sólo quedan los recuerdos.  Eso se llama historia.
                          Ohhhh, abuelito. Me hubiera gustado comer de esa azúcar amarilla y ver al Viejito Pascuero en ese Estadio.
                             Y dime, nietecito…… aún te parece feo y viejo ese edificio?
                         No  abuelito, ya no quiero que lo saquen de ahí. Le voy a contar a mis compañeros.
                         Yo tampoco quiero que lo saquen,  porque trabajé muchos años ahí y tuve grandes amigos.
                             ¿Por qué lloras abuelito?
                       Lloro de alegría, porque ahora tú sabes la historia y sé que llegarás a querer tanto como yo a ese viejo edificio…..
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NOTA DE LA EDITORIAL: Este cuento lo hizo llegar Lorena a la Sociedad de Historia de Penco y su presidente Jaime Robles lo reenvió a nuestra redacción.

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