lunes, agosto 14, 2017

LA CALLE TALCAHUANO DE PENCO: VÍA DE INTENSO TRAJÍN INDUSTRIAL

Foto de comienzos del siglo XX. Se observa en el suelo el tendido de líneas en la esquina de O'Higgins y Talcahuano. 

     Por décadas la calle Talcahuano fue una prolongación de la Refinería. Era, si se quiere, la industria misma cruzando la ciudad. De la esquina de O’Higgins a la línea de ferrocarriles, fue un tramo abierto, expuesto. Ese segmento de la calle tenía un tendido de rieles sobre durmientes para el tránsito de vagones ferroviarios. Entre Freire y la línea, la calle se encajonaba entre grandes bodegas, por ambos lados. Y cruzando el trazado del tren Concepción-Tomé, la calle se convertía en un muelle industrial, que se prolongaba unos 450 metros mar adentro.
     No es necesario tener mucha imaginación para visualizar el panorama: una calle de servicio industrial. Sólo una cuadra tenía casas por ambos costados, esto era entre Las Heras y Freire. Porque saliendo de la Refinería hacia el muelle, estaba la cancha o el fortín por un lado y por el otro un sitio baldío con una pequeña elevación, donde hoy en día hay un colegio. Y el tramo entre Freire y el comienzo del muelle era solamente bodegas enormes por ambos costados.

    
Las antiguas bodegas de Duncan Fox, mayormente al servicio de CRAV, por calle Talcahuano. En la foto de más arriba, tenemos una toma opuesta. Se ve  en perspectiva la mencionada calle con su tendido de líneas  desde el comienzo del muelle.
           Por tanto calle Talcahuano fue de uso casi exclusivo de la Refinería. A saber, pasaban esos trenes con sus pitazos, el rechinar de fierros, el traqueteo metálico contra los rieles y el humo  exhalado por sus locomotoras. Cierto era que iban a la vuelta de la rueda. Pero, ahí estaban esos trenes entrando o saliendo de la fábrica con alguna frecuencia. El resoplido de los cilindros de las máquinas arrojaba vapor a presión impregnado de grasa y aceite hacia la calzada y hacia la vereda. Por tanto, a la postre ambas resultaban embadurnadas de una persistente película negra. La calle emitía olor a esos ingredientes. Si bien, la Refinería se encargaba de cuidar el aseo, por lo general había carbón, que caía de las locomotoras. También se derramaba azúcar cruda cuando se rompían sacos o porque algún muchacho se subía al tren en marcha para sacar un puñado de esa materia dulce En ocasiones se veían bielas o trozos de frenos metálicos botados junto a la vía.
     En la cuadra que se prolongaba entre Freire y la entrada del muelle existía cambio de líneas, o sea los trenes ocupaban la calzada completa. Por un lado cargaban o descargaban en las bodegas y por el otro, la vía seguía rumbo al terminal marítimo.
     La calle Talcahuano de hoy no tiene nada que ver con el bullicio, el traqueteo, los silbatos, la grasa esparcida en el suelo, los durmientes mojados por el vapor, y los trenes reclamando vía libre en la década del cuarenta, quizá los años más activos y frenéticos de la Refinería de Penco.
En la foto se observa una sección de la Refinería de Penco con sus trabajadores. La planta  cerró en 1976.
  

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